Transición energética y tecnología disruptiva

Sin duda alguna, nuestra sociedad está inmersa, en la actualidad, en uno de los procesos de evolución más dramáticos de su historia. Efectivamente, las consecuencias del cambio climático se atisban terribles y han obligado a los gobernantes de 195 países a ponerse de acuerdo en actuar de forma decidida para limitar sus efectos sobre las personas. El Acuerdo de París, es sin duda una buena prueba de la velocidad de actuación. En un año y medio ha sido ratificado por 168 países, que representan la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Esta velocidad de transición se está materializando de forma palpable en la irrupción del vehículo eléctrico en el mercado. Efectivamente, una tecnología que, en tan solo 7 años ha pasado, de ser una promesa, a ser la principal receptora de inversión por parte de los grandes grupos de fabricación de vehículos a nivel mundial.

Una vez superadas las barreras iniciales de la movilidad eléctrica. Hoy día ya se dispone de vehículos con más de 300 km de autonomía, precios competitivos y una estructura de puntos de recarga que crece día a día y permite realizar prácticamente cualquier tipo de itinerario por Europa, Norte América, Japón o China el gran reto es de dónde obtener la gran cantidad de electricidad requerida para alimentar esta legión de nuevos consumidores que crecen a ritmo exponencial.

Convertir el asfalto en generador de electricidad

La gran ventaja de los vehículos eléctricos es que la energía requerida para su funcionamiento puede ser producida por multitud de centrales que a su vez pueden aprovechar diferentes recursos energéticos que se hayan distribuidos por todo el territorio. Generación distribuida para un consumo totalmente diseminado por el planeta.

Entre las diferentes fuentes de generación de la electricidad destaca con “luz propia” la energía solar fotovoltaica, que se ha convertido en los últimos tres años, en la principal fuente de nueva electrificación mundial, es decir, es la tecnología predominante en las nuevas instalaciones de generación a nivel global.

Si bien, se están instalando grandes parques solares fotovoltaicos en prácticamente todos los países del mundo en crecimiento, la gran ventaja de esta tecnología es su capacidad única para adaptarse al territorio, en forma de instalaciones integradas en los edificios así como formando instalaciones de mediana y pequeña potencia totalmente modulares y adaptables a las necesidades concretas de cualquier aplicación.

Sin duda alguna, una de estas adaptaciones es su uso en pérgolas fotovoltaicas. Cubrir las superficies asfaltadas cuya finalidad, hasta ahora, era simplemente la de mantener organizados los vehículos en espera de ser utilizados, en centrales de generación de electricidad para la recarga de las baterías de los mismos vehículos a los que ofrecen sombra.

Recargar vehículos eléctricos al mismo tiempo que se evita su calentamiento

Una plaza de aparcamiento estándar, suele tener una superficie de 12,5 m2 y permite la instalación de, entre 2 y 2,5 kWp, en función de la eficiencia de los módulos solares empleados para sombrear el vehículo que se encuentra bajo ella y al que permitirá no superar en su interior la temperatura ambiente.

La pérgola fotovoltaica permitirá, de forma media una producción media diaria de 8 kWh a lo largo del año. Esta energía permite recargar las baterías de un vehículo utilitario para que pueda recorrer una distancia de 60 km (teniendo en cuenta un consumo medio de 14 km/100 km) fácil de conseguir con una conducción habitual en estos vehículos.

Esta conversión de las zonas de asfalto, destinadas a aparcamiento, en centrales de generación de electricidad permite, además, no sólo disponer de una fuente de energía para la recarga diurna de los vehículos que se hayan aparcados bajo ellas, sino que esta electricidad fluye hacia los edificios anexos cuando los vehículos no requieren recarga y así mismo, la electricidad de las redes de distribución fluyen hacia los vehículos para cubrir con la recarga de los mismos en horas nocturnas o días de baja insolación.

Las pérgolas permiten la generación de electricidad solar sin ocupación de espacios útiles para otras aplicaciones, como lo son los campos de cultivo o incluso los tejados de edificios que a menudo ya se encuentran ocupados con equipos de clima, telecomunicaciones, solárium,…

Esta aplicación permite, de igual manera, la recarga de cortesía a los vehículos que se hayan aparcados en un restaurant de carretera durante la hora de la comida, como los que se encuentran aparcados durante toda la jornada laboral en una empresa, como los que se encuentran aparcados durante toda una semana en un aeropuerto o estación de tren de largo recorrido.

Algunos ejemplos recientes, nos han permitido cumplir con la exigencia del Código Técnico de la Edificación de instalar 100 kW de potencia fotovoltaica así como la exigencia de instalación de puntos de recarga según la BT52 del Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión, en edificios de nueva planta con áreas de aparcamiento vinculado

Ocupando sólo 50 plazas de aparcamiento y empleando las propias columnas de la pérgola para integrar los puntos de recarga se logra adaptar este tipo de edificios, no sólo a la normativa sino también a las nuevas exigencias de dar servicio a las flotas de vehículo eléctrico que se están incorporando de forma creciente, bien sean corporativas o como servicio a los trabajadores.

Observar un aparcamiento de un hospital de comarca y poder convertir su aparcamiento de 150 plazas en una central de generación solar de 300 kW que permite la generación de 420 MWh/año y evita la emisión a la atmósfera de más de 100 toneladas/año de CO2 implica además, la posibilidad de recibir en hora diurna vehículos eléctricos sin necesidad de ampliar su potencia contratada y recargarlos para que estos recorran 9.000 km en promedio diario.

Sin duda alguna, aprovechar miles de hectáreas cubiertas por asfalto en miles de aparcamientos en superficie empleando la alquimia moderna permitirá generar electricidad en grandes cantidades cuyo uso en la recarga de vehículos eléctrico permitirá la descarbonización de una de las actividades que más está contribuyendo al cambio climático.