Teniendo en cuenta que buena parte de los edificios consumen el 40% de la demanda energética de Europa, lo que supone el 36% de las emisiones de CO2 lanzadas a la atmósfera, Geberit, especialista en porcelana sanitaria y tecnología para el baño, insiste en la importancia de la tecnología para hacer frente a estos grandes depredadores energéticos.
Así, con motivo del Día Mundial de la Eficiencia Energética, y más allá de las acciones tradicionales como apagar las luces o apostar por la rehabilitación de la envolvente térmica de nuestro edificio para ahorrar energía, la firma suiza propone soluciones tecnológicas para los baños públicos capaces de autogenerar su propia electricidad.
Cualquier contribución es bienvenida contra el reto que plantea la eficiencia energética del parque inmobiliario español, en el que la mitad de los edificios tiene más de 40 años y no se ajusta al Código Técnico de la Edificación (CTE), propiciando auténticos derroches de energía, según datos de Danosa.
En este sentido, Geberit apuesta por baños públicos que integren soluciones tecnológicas como los grifos inteligentes que se activan al detectar la presencia del usuario y producen su propia electricidad, gracias a un generador que utiliza la potencia del flujo del agua para su funcionamiento.
Igualmente, para abordar este desafío desde los grandes edificios públicos, la compañía sugiere urinarios eficientes con un sistema de descarga de agua mínimo que garantice un consumo de recursos responsable ante la elevada frecuencia de uso en estos espacios. Además, estos sistemas también cuentan con un mecanismo autónomo similar, que permite activar su descarga electrónica del agua sin necesidad de conectarlo a la red eléctrica.
Según Alfredo Cabezas, director de marketing y comunicación de Geberit Iberia, “como vemos, la tecnología se ha puesto al servicio de la sostenibilidad para alcanzar la máxima de eficiencia energética desde el propio baño; una premisa que es aún más importante en los grandes edificios públicos como hoteles, restaurantes o incluso los propios aeropuertos, responsables de buena parte del consumo energético de nuestras ciudades”.