Según la Wikipedia el uso racional de la energía se llama eficiencia energética y es, por definición, la relación entre la cantidad de energía utilizada en una actividad y la prevista para su realización. Esto es lo que el próximo 5 de marzo celebra el planeta, en definitiva, velar por hacer buen uso de la energía desperdiciando la menor cantidad posible.
El mundo de la construcción ha dado un gran paso en este campo en los últimos años y tiene mucho que decir al respecto. El futuro transcurre por las casas pasivas, todo un referente en alta eficiencia energética e imprescindible a la hora de construir. Está calando hondo la idea de que se puede construir de forma más eficiente y sostenible aportando al usuario mayor confort y generando entornos más saludables que protegen el planeta, afirma Manuel Medina, presidente del Consorcio Passivhaus.
La pandemia y el confinamiento han sido claves para que el usuario se diera cuenta de que a menudo en las casas hace falta luz y aire y esas son algunas de las carencias que las casas pasivas pretenden erradicar. Cada vez crece más la demanda y en algunos lugares como en Navarra las administraciones están apostando fuerte por una construcción eficiente y sostenible siendo ya una realidad implantada confirma Medina. Y es que la comunidad foral se adelantó tres años a la implantación de los Edificios de Consumo Casi Nulo que establece la directiva europea 2010/31 de eficiencia energética vigente desde el pasado 1 de enero. Además, es la región líder en construcción de viviendas de consumo casi nulo (ECCN) con más de 6.000 m2 certificados de los 158.000 del panorama actual.
Multi Viviendas pasivas Soto Lezkairu en Pamplona
¿Cómo contribuyen entonces las casas pasivas a fomentar la eficiencia energética? Muy fácil. La construcción de una vivienda que sigue los preceptos del standard Passivhaus, así es como se conoce al concepto constructivo que certifica una correcta vivienda pasiva, aprovecha la energía solar durante el periodo de invierno y evita excesos en verano. Así de simple. Esto sucede porque se utilizan los recursos de la arquitectura bioclimática, es decir, se diseñan las viviendas teniendo en cuenta las condiciones climáticas y de este modo se reducen los consumos de energía.
De todos modos, últimamente el término “casa pasiva” se está banalizando mucho. Por este motivo es necesario seguir haciendo pedagogía puesto que no todas las construcciones pasivas tienen la certificación Passivhaus que determina la calidad de la construcción. En España sólo quien quiere hacer bien las cosas, valora que una casa cumpla el standard y es consciente que eso tiene un coste, afirma Enrique Cacopardo, arquitecto y miembro del Standard Passivhaus.
Los actores que participan en la construcción o rehabilitación de una casa que cumple los estándares pasivos como son arquitectos y demás técnicos, deben asimilar el porqué de todas las exigencias que ha cumplir este tipo de construcción y trasladarlo bien al usuario. La certificación conlleva un gasto extra así como un seguimiento técnico que asegure el completo cumplimiento. Hay que cambiar el chip y entender que aplicar el standard es siempre una inversión y no un gasto ya que a largo plazo aporta beneficios tanto a los que habitan la casa como al planeta, afirma Cacopardo.
The Wave House, fachada frontal
The Wave House, obra pasiva de lujo en Málaga del arquitecto Enrique Cacopardo.
Una casa pasiva certificada reduce el consumo energético hasta un 90% frente a las construcciones tradicionales, dato nada despreciable. El standard Passivhaus tiene su origen en Alemania en los años 90 por lo tanto no es algo nuevo. Wolfgang Feist, físico de profesión se dio cuenta que era necesario aislar adecuadamente las viviendas debido a las bajas temperaturas del exterior para ahorrar energía y con el tiempo el concepto se extendió a cualquier climatología. Este movimiento lleva funcionando casi 30 años debido a su adaptabilidad puesto que lo único que se exige es que se demuestre su funcionalidad en la práctica sea el clima que sea.
Esta funcionalidad pasa por cumplir unos principios básicos: él aislamiento térmico, impidiendo que el calor escape en invierno y que no entre en verano, la estanqueidad sin puentes térmicos, hermeticidad en los cerramientos que no favorezcan pérdida de calor, buenos cerramientos como ventanas y puertas de calidad de hasta triple acristalamiento y ventilación mecánica con recuperación de calor, que sin necesidad de abrir ventanas climatiza y evita la entrada y salida indeseada de calor. De este modo se recupera entre el 80-90% de la energía interna del propio inmueble.
En España ya hay más de 158.000 metros cuadrados certificados repartidos en 150 proyectos y la previsión para los próximos dos años es alcanzar más de 387.000 metros y 307 inmuebles. Una cantidad que seguro sigue aumentando ya que un diseño exclusivo y seguir los mandatos de sostenibilidad no está reñido y es el gran objetivo del Consorcio Passivhaus que no para de ganar adeptos día a día.