La incertidumbre es nuestra compañera desde hace ya tiempo, tal vez siempre ha sido así. Nos movemos en un medio cambiante dónde lo que hoy vale quizá mañana no. Surfeamos las olas movidas por los cambios globales, las políticas de los gobiernos, o sucesos inesperados. Un sin fin de avatares, a los que nuestro pequeño pero importante sector no es ajeno.
2023 ha servido para poner en valor, más que nunca, la importancia de la protección contra incendios. El deseo de elevar a la excelencia los sistemas, productos, instalaciones y servicios. Una aspiración nada gratuita dadas las consecuencias de quedarse a medio camino.
Desde el Comité de Fabricantes de Equipos de Detección, este ha sido un año intenso en actividad desde los distintos grupos de trabajo e iniciativas comenzadas, así como desde la participación en eventos de divulgación de Tecnifuego.
Algunos de los retos vividos en el año, como la carencia de componentes electrónicos, o las dificultades logísticas para la importación de bienes, quedaron atenuadas en 2023. Es probable que ello tuviera alguna influencia en los resultados de evolución de mercado de 2022, que confirmaban un estancamiento de la cifra de detectores vendidos desde 2018. Es asimismo probable que esta tónica se confirme también para 2023.
No es de extrañar sin embargo que el volumen de detectores puntuales vendidos permanezca estancado en alrededor de 1,2 millones de unidades. Como tampoco lo es, la especial tendencia a instalar en España más soluciones convencionales o tecnologías menos eficaces. Con diferencia, la ratio de penetración de detectores multisensoriales es de las más bajas de Europa. A mi entender, y a pesar de una mejor preparación y aplicación de la regulación, es debido a la falta de mecanismos que validen la efectividad de los sistemas y productos durante toda la vida útil.
Por supuesto, hoy tenemos un buen número de tecnologías alternativas, como detección térmica lineal, aspiración, video detección, o dispositivos visuales de alarma. Elementos que sofistican las instalaciones, requieren mayor preparación técnica en el diseño y la implementación.
Algunos cambios se están llevando a cabo, la introducción de nuevas tecnologías empieza a llegar, ahora ya de una forma más decidida. La conectividad de los sistemas va a generar una mayor presión sobre la eficiencia de los sistemas y su rendimiento, pero también sobre la responsabilidad de los usuarios finales.
Es sabido que, tradicionalmente, cuando se conectaban los sistemas de detección de incendios, esta conexión se hacía a través de otros sistemas. Es una buena noticia el incremento de conexiones directas a sistemas a CRI, centros de recepción de alarmas de incendio, no sólo porque el RIPCI así lo indica, sino porque demuestra mayor convicción de usuarios y mantenedores en un modelo de servicio que asegure la gestión de alertas y la actuación 24/7.
Actualmente percibimos una mayor participación de aseguradoras y administración en la protección efectiva. Esto era absolutamente necesario, puesto que la regulación o la normativa puede marcar unos objetivos generales, pero desde luego no es capaz de alcanzar todos los escenarios y excepciones a los que debe darse solución.
Nuestro comité está volcado a dar soluciones a problemas concretos de hoy dentro del ámbito de competencia. Trabajamos para impulsar normas y guías para los servicios remotos, para la conexión a CRI, interfaces de adecuados para los servicios de intervención de emergencia, la detección en vivienda o el desarrollo de revisiones de la actual UNE 23007-14.
Desde luego, tenemos grandes retos e incertidumbres como la nueva revisión del reglamento de los productos de la construcción y cómo será su trasposición práctica o su efecto en las exigencias normativas actuales. No obstante, tenemos fe en un gran futuro de la protección contra incendios, un futuro más profesional consciente de la importancia y responsabilidad de su cometido.
* Lluis Marin, coordinador Comité de Fabricantes de Detección. TECNIFUEGO