El gas natural ha contribuido al desarrollo económico y medioambiental de la economía en nuestro país desde la llegada del primer barco al puerto de Barcelona en 1969. Desde entonces y de una forma firme y continuada el sector gasista español ha crecido y promovido el gas como factor de ahorro, eficiencia y crecimiento.
Así, por ejemplo, el gas natural acumula, en 2017, tres años de consumo alcista, llegando a 1.759 municipios con un 31% índice de penetración, una inversión anual de €344M, 85.108 km gasoductos, un peso del 0,5% del PIB y 150.000 empleos. Sólo en 2017, su expansión consiguió evitar 25.261 kt de CO2 a la atmósfera, con respecto al mismo funcionamiento con combustibles más contaminantes.
Priorizar los objetivos 2030 para alcanzar una economía baja en emisiones
Las singularidades que tiene España en referencia a su sistema gasista, le permitirá no sólo cumplir los objetivos 2020 sino también los 2030 con ahorros de más de 266 millones de euros para el consumidor final y casi 12 Mt de CO2 equivalente evitado, además de ahorrar 102 ktep de combustible por eficiencia energética.
Todo ello se conseguirá con un aumento de la utilización de la capacidad ociosa de los ciclos combinados, llegando hasta las 2.873 horas de funcionamiento. En el sector terciario, la sustitución de 215 ktep de productos petrolíferos y 140 ktep de biomasa en calefacción, permitirá climatizar hasta 35M m2 de superficie. Siguiendo la misma línea, en el sector residencial, la sustitución de calderas de gasóleo, carbón y biomasa, aumentaría el consumo de gas en 811 ktep, generando unos ahorros de 191 Millones de euros en los consumidores finales, además de contribuir a la calidad del aire eliminando las partículas, azufres y nitrógenos. En el sector transporte, la penetración del gas natural hasta un 5% tanto en terrestre como marítimo evitaría la emisión a la atmósfera de 1,1 Mt de CO2 equivalente y se conseguiría una reducción entre 90-97% de SO2 y PM en relación con sus combustibles alternativos. Tampoco hay que olvidar a la industria donde el gas juega un rol clave y se mantendrá en el mix energético creciendo al mismo que lo haga la demanda energética.
Así pues, contando con las singularidades de nuestro país donde el sector gasista es clave, España cumple con la cuota de renovables del 27%, se mantienen las emisiones no-ETS y permite una mayor reducción de emisiones ETS en 11Mt, gracias a la mayor participación del gas natural en el mix eléctrico y de energía final.
Con la vista en 2050, el sistema gasista da cabida a la energía eléctrica renovable sobrante
En una economía baja en carbono tienen cabida otras energías no eléctricas. Es el caso del gas renovable, procedente de residuos orgánicos, de biomasa y del excedente de energía eléctrica renovable. En cualquiera de los casos, se obtiene un gas (metano o hidrógeno) que inyectado en las redes del sistema gasista queda almacenado para su uso en cuanto se necesite. Por lo tanto, la infraestructura del sistema gasista español vuelve a ponerse en valor, esta vez como almacén energético.
El gas renovable es una solución viable a la que la Comisión Europea da protagonismo a través de la Directiva de Energías Renovables. En Europa ya existen 367 plantas, de las cuales sólo 1 está en España. La razón de su impulso está clara: además de ser parte de la economía circular, es un sumidero de CO2 dado que por cada 1bcm de biometano recuperado, se evitan 16Mt CO2 equivalente neto.
Además, el gas renovable es creador de empleo y riqueza local rural y fuente de energía autóctona que reduce la dependencia energética de los países deficitarios en energía.
Sin embargo, el desarrollo del gas renovable requiere una política global de país, ya que afecta a distintas administraciones y stakeholders. Sería necesario desarrollar un marco regulatorio que garantice el origen renovable del gas, fijar un objetivo de producción a nivel país que alinee y oriente las decisiones y acciones de los distintos agentes y que permita impulsar el desarrollo e investigación tecnológica con el objetivo de hacer viables los proyectos.
La movilidad a gas es una mejor práctica en los planes de movilidad de las ciudades con aire limpio
El origen de la contaminación ambiental procede en un 80% del transporte. El gas natural vehicular reduce más de un 85% las emisiones de óxidos de nitrógeno, el 100% de las emisiones de óxido de azufre y casi el 100% las partículas en suspensión.
En España, actualmente más de 8.000 vehículos circulan ya con gas natural (autobuses en un 40% y camiones de recogida de residuos en un 29%), frente al millón que circulan en Italia, los 400.000 en Ucrania o los 100.000 en Alemania.
No obstante, en 2017 las matriculaciones de este tipo de vehículos aumentaron en nuestro país un 112% y en 2018 se espera pasar de las actuales 57 gasineras de repostaje a más de 100.