Estamos inmersos en una sociedad de la información donde cada vez es más normal hacer la compra desde el teléfono móvil, encontrar pareja mediante una App, mantener conversaciones interminables por WhatsApp y recurrir a una aplicación para saber si hoy hemos caminado lo suficiente como para mantener una buena salud.
La conectividad está cada vez más al alcance de todos. Internet ha llegado para quedarse. Una vez se ha convertido ya en el sabio universal donde se puede encontrar absolutamente todo tipo de información sobre las más diversas materias, ahora se está colando en nuestras vidas mediante las más variopintas aplicaciones para dispositivo móvil que inundan las pantallas de esos aparatos que todo el mundo lleva en el bolsillo.
El Internet de las cosas
LEste concepto nació en el año 1999 en una entidad norteamericana que se dedica a la identificación por radiofrecuencia de cualquier tipo de artículo o paquetería. Si todos los objetos de un almacén estuviesen equipados con dispositivos de identificación y conectados a Internet no existirían artículos fuera de stock ni medicamentos caducados.
Ya han pasado casi 20 años desde la definición de ese concepto y en este tiempo las cosas han evolucionado bastante. Especialmente las comunicaciones. Hoy en día ese concepto IoT ha ido mucho más lejos de su definición original para pasar a ser lo que algunos definen como el movimiento que va a propiciar la próxima revolución tecnológica tal y como lo hizo la revolución digital hace unas décadas.
Actualmente se trata de que los dispositivos fijos o móviles de cualquier ámbito (automóvil, medicina, transporte, etc.) sean capaces de conectarse a Internet en cualquier momento y por iniciativa propia para buscar la información que necesiten para realizar su función y también para comunicarse o integrarse con otros aparatos IoT. Pongamos por caso un dispositivo de reconocimiento de voz.
Cuando este aparato escuche una determinada orden recurrirá a Internet para ver qué significa y saber interpretarla. En ese mismo entorno podrá comunicarse con otros dispositivos IoT de forma que esa orden pueda convertirse en un comando interpretable para poner un determinado canal de televisión, reproducir una canción o bajar una persiana.
Todo está en la nube
El concepto IoT va muy ligado al Cloud, o la nube. En la actualidad el concepto de un sistema informático reside básicamente en que cada edificio o vivienda dispongan de unos servidores locales con su propio software y hardware para poder dar los servicios que se necesitan. Es el concepto que ha perdurado desde que se inventaron las primeras computadoras en los años 50. Pero ya es hora de cambiar. La importante inversión en equipos informáticos y sus licencias de software es cada vez menos rentable debido al vertiginoso desarrollo de nuevas versiones y soluciones que implican un coste de actualización bastante alto. Así pues, las grandes empresas de software y servicios están apostando cada vez más por centralizar servidores y software, de forma que los usuarios ya no requieren tener toda esa infraestructura en local. Basta con una buena conexión de fibra óptica y los ordenadores terminales de cada empleado.
Nuevas reglas de juego para la domótica y la automatización de edificios
Los sistemas inteligentes para hogares y edificios no quedan exentos de todo este movimiento. Un sistema de domótica ya casi no se concibe si no tiene una conexión de Internet gracias a la cual pueda ser manejado en remoto. Pero el reto no termina ahí. El sistema debe ser capaz de integrarse con otras aplicaciones desde la nube. Eso convierte al sistema entero en un elemento IoT.
En los últimos años han salido al mercado diferentes “gadgets” de muchos fabricantes, algunos de ellos muy conocidos, que a menudo realizan funciones de control de iluminación, persianas o climatización, todo ello controlable en local o en remoto desde un dispositivo móvil. ¿Significa eso una amenaza o una oportunidad para la domótica tal y como la hemos concebido hasta ahora? Yo me decanto claramente por la segunda opción. Si hacemos correctamente los deberes y nos integramos bien dentro de ese entorno IoT, estamos ante un salto evolutivo en el concepto de domótica y por tanto ante la gran oportunidad que llevamos años esperando gracias a la cual nuestras soluciones puedan extenderse en poco tiempo a la mayor parte de las instalaciones eléctricas.
No veo por tanto que esos “gadgets” sean una amenaza para sistemas robustos y consolidados como el KNX, que es el estándar mundial para control en viviendas y edificios. Más bien son elementos que permiten a mucha gente entrar en el mundo de la domótica de manera sencilla, y que de otra forma no lo harían. Y eso es objetivamente bueno para todo el sector.
Así pues, hagamos que la domótica y el IoT sean dos conceptos complementarios y necesarios el uno respecto del otro.
Soluciones IoT en la automatización de viviendas y edificios
Vamos a partir de la base de un sistema estandarizado, descentralizado y reconocido a nivel mundial: El KNX. Se trata de un bus de campo al cual se conectan todos los elementos sensores (pulsadores, detectores, termostatos…) y actuadores del sistema (ON/OFF, regulación, control de clima, etc.). El sistema puede, y debe, funcionar en local y de forma autónoma. Eso le confiere rapidez, simplicidad, fiabilidad e independencia de la red informática para cuestiones esenciales.
A partir de ahí existen numerosas soluciones en el mercado capaces de conectar este sistema a Internet y desde esa plataforma añadirle todos los servicios que la tecnología de comunicaciones ofrece. Desde el control remoto mediante dispositivo móvil hasta recepción de alarmas y control por voz a través de las diferentes plataformas disponibles: Amazon Alexa, Apple Home Kit o Google Home. Es decir, el sistema en su conjunto se habrá convertido en un dispositivo IoT capaz de responder a todas las necesidades, tanto en local como en remoto, y comunicarse desde la nube con los más diversos sistemas.
Bajando al terreno de lo concreto, podemos materializar diferentes soluciones y aplicaciones posibles mediante un sistema KNX conectado a Internet mediante una solución IoT.
Por ejemplo, pensemos en el control de iluminación de varios pequeños edificios o locales que necesitemos controlar de forma remota desde un punto central.
Ese servidor, que puede estar instalado en uno de esos edificios o bien en cualquier otro, nos permitirá controlar a distancia el encendido del alumbrado, e incluso establecer programaciones horarias. De este modo optimizamos el consumo y automatizamos el uso que se hace de la iluminación, sin necesidad de contar con labores de mantenimiento local en cada instalación.
Otro punto importante es la calefacción y el aire acondicionado por lo que conllevan en cuanto a confort y ahorro energético. Una vez más podemos tener un control externo y centralizado de consignas de temperatura, monitorización de errores de funcionamiento y consumos eléctricos o de gas. Mejoramos por tanto la gestión de las instalaciones.
La seguridad no queda al margen de todo esto. Recibir un mensaje “push” en el móvil en caso de detectarse una fuga de gas, agua o una intrusión, o la posibilidad de activar y desactivar la alarma en remoto son aspectos más que interesantes, que mejoran sensiblemente la calidad del servicio que obtenemos.
También podemos entrar en soluciones de reconocimiento de voz. La práctica totalidad de los dispositivos móviles integran ya algún sistema de este tipo que nos permite escribir mensajes sin teclear o buscar información por Internet con solamente dar una orden hablada. Siri, Alexa o Google Home son palabras que estamos incorporando a nuestro lenguaje cotidiano. Pues bien, esas mismas aplicaciones IoT pueden encontrarse con un servidor IoT de KNX a través de la nube para poder emplear el control de voz en el manejo de iluminación, persianas o climatización sin necesidad de pulsar botones. El futuro indica esa dirección.
La seguridad, factor esencial
Evidentemente, todo este entorno se debe desarrollar de forma segura y a prueba de piratas informáticos. Debemos contar con una infraestructura informática y de comunicaciones adecuadas a los nuevos tiempos y con un sistema de domótica que ofrezca las garantías necesarias, incluso con la encriptación de telegramas que se intercambian entre aparatos.
Estamos poniendo nuestra instalación en Internet, con el riesgo que eso implica a la hora de la seguridad informática. Se trata de evaluar riesgos y necesidades en cada caso y actuar también en cada caso, siempre contando con un sistema de domótica que permita operar de forma segura.
En resumen, el concepto IoT con todas sus aplicaciones en una buena oportunidad para desarrollar el mercado de la domótica y hacer que nuestras tecnologías sean aplicables en todo tipo de viviendas y edificios, por ser la solución que da respuesta a las nuevas necesidades tecnológicas y de costumbres que van surgiendo. Una sociedad más educada tecnológicamente es potencialmente más proclive a entender y admitir la domótica como una parte necesaria de su entorno.