La industria ha respondido, gracias a un enorme esfuerzo en investigación, a las necesidades medioambientales marcadas por las autoridades y, además, ha sabido cubrir la demanda del mercado, convirtiéndose en un aliado para múltiples sectores económicos a los que ayuda a cumplir sus propios objetivos en materia de reducción de emisiones y eficiencia energética.
Antes de abordar los grupos principales, conviene recordar que, a la hora de elegir entre una u otra opción, es necesario estudiar las características y usos de la instalación frigorífica a la que vayan destinados. Además, debemos explicar a los usuarios finales la necesidad de asumir la construcción de plantas más caras y con retornos de inversión más largos. Algo perfectamente abordable cuando lo que se considera es el coste total del ciclo de vida de la instalación y los ahorros que se generan en materia de eficiencia energética.
HFO: la 4ª generación de los gases fluorados
Durante la pasada década, el R410A dominó el mercado del acondicionamiento del aire doméstico al responder a las exigencias del Protocolo de Montreal, cuyo objetivo era eliminar el uso de los gases refrigerantes que agotan la capa de ozono. En su contra siempre ha jugado su alto Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA), que hizo que en el Reglamento F-Gas pusiera fecha a su salida del mercado para nuevos equipos en el año 2025.
El cambio para sustituir a éste y otros fluidos parecidos es un hecho y, en la actualidad, en el mercado existe una amplia gama de alternativas HFO (hidrofluoroolefinas), compuestos formados por átomos de hidrógeno, flúor y carbono, que ofrecen un potencial de agotamiento de ozono igual a cero y bajo potencial de calentamiento global. Los HFO son, actualmente, las soluciones de menor impacto ambiental de los gases fluorados utilizados en sistemas de acondicionamiento de aire de vehículos y en enfriadoras. Debido a su inflamabilidad y al rango de temperaturas, estas sustancias puras son mezcladas con otros HFC para disponer de soluciones no inflamables (A1) respetuosas con el medioambiente.
La entrada en escena de los gases ligeramente inflamables A2L
La esperada aprobación del Reglamento de Seguridad de Instalaciones Frigoríficas hace aproximadamente un año permitió el uso de refrigerantes ligeramente inflamables HFO-A2L, que están siendo muy demandados en grandes usuarios de frío, como son los supermercados.
Sus ventajas son un PCA bajo (una reducción de hasta 99% en comparación con generaciones de refrigerantes anteriores), no ser nocivos para la capa de ozono, excelente capacidad frigorífica, altas tasas de eficiencia energética y facilidad de conversión de la inversión. Son aptos para funcionar en equipos condensados por agua o por aire en aplicaciones relacionadas con ACS (aire acondicionado, calefacción y/o refrigeración –bomba de calor-) o los tres al mismo tiempo.
Una tendencia que ha llegado para quedarse es la de los refrigerantes naturales. Aquí también las soluciones son variadas y aptas para diferentes tipos de instalaciones. De este modo, el CO2 se impone en la refrigeración comercial centralizada; el isobutano ya implantado en los frigoríficos domésticos, junto con el propano aumentan su presencia en sistemas de carga baja carga de gas en refrigeración y puede que en un futuro próximo en acondicionamiento de aire, como ya se hace en China e India, e instalaciones de agua-glicol; el NH3 (amoniaco) en las instalaciones que necesitan grandes potencias frigoríficas y en los sistemas indirectos; y, por último, el aire también es una solución idónea para las aplicaciones emergentes. Por supuesto, el agua es otro refrigerante natural que surge de los sistemas más tradicionales del frío y que se sigue utilizando en instalaciones cada vez más avanzadas de torres de refrigeración. Y tampoco podemos olvidar al aire, el cual en aplicaciones de muy bajas temperaturas tiene nichos de aplicación.
El hecho de que grandes usuarios del frío –como la distribución alimentaria- esté apostando fuerte por algunos de estos sistemas hace que los esfuerzos de la industria para su desarrollo sean especialmente destacables. Por lo tanto, con refrigerantes de PCA muy bajo listos para ser utilizados para todo tipo de necesidades de frío, el sector del frío contribuye a limitar la emisión indirecta de sustancias al medioambiente derivadas del consumo energético del funcionamiento de las instalaciones. Esto significa que tenemos que considerar el ciclo de vida completo de las instalaciones para reducir, de forma global, las emisiones que pueden producirse, siendo conscientes, además, de que esto es algo que se va a tener muy en cuenta en futuras legislaciones. La eficiencia energética y el bajo consumo de los sistemas de refrigeración son, así pues, los próximos objetivos en los que ya se trabaja.