Entonces, ¿cuáles son las mejores formas de garantizar una buena calidad del aire interior? Para responder a esta pregunta, necesitamos comprender los entornos en los que pasamos nuestro tiempo y luego, siguiendo una evaluación adecuada, tomar las decisiones correctas, según el contexto, es decir, edificios nuevos o antiguos.
Comprender las condiciones ambientales, actuar y aprender de los datos para tomar decisiones futuras, son sin duda factores clave para mejorar la calidad del aire interior en los edificios.
Somos una “generación de interior”
Los hogares, las oficinas públicas y privadas, las instalaciones comunitarias (hospitales, escuelas, hoteles, etc.) y las estructuras recreativas (gimnasios, cines, restaurantes, tiendas, etc.) son los lugares donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo.
El aire dentro de los espacios cerrados puede estar hasta cinco veces más contaminado que el aire exterior; mientras que al aire libre los contaminantes se dispersan naturalmente, en interiores tienden a acumularse en las paredes de un edificio. El aire interior es respirado no solo por adultos con buena salud, sino también por niños, ancianos o personas frágiles, que sufren los efectos negativos del contacto prolongado con tales fuentes de contaminación.
Teniendo en cuenta que respiramos 12.000 litros de aire al día, frente a un consumo medio de 1 kg. de comida y 2 litros de agua, ¿cuánta atención debemos prestar al aire que respiramos, en comparación con la atención que prestamos a lo que comemos y bebemos?
Estrategias para mejorar la calidad del aire
Para mejorar el aire que respiramos dentro de los espacios cerrados, se pueden implementar tres tipos de estrategias:
• Controlar las fuentes de contaminación
• Eliminar los contaminantes
• Diluir los contaminantes
Si bien para la primera estrategia es necesario actuar sobre el tipo de materiales utilizados y las actividades que se llevan a cabo en entornos cerrados, en lo que respecta a la eliminación y dilución de contaminantes, se puede actuar a través de la ventilación.
El término ventilación se refiere al proceso mediante el cual se introduce aire desde el exterior y se distribuye por los diferentes espacios de un edificio.
Un proceso de ventilación se puede definir en base a tres aspectos fundamentales:
• Tasa de ventilación: la cantidad total de aire exterior introducido en el edificio. Este se determina según las necesidades y los tipos de actividades que se realizan en un entorno específico.
• Eficacia de la ventilación: el aire fresco del exterior debe introducirse de manera uniforme en todos los espacios, con el fin de garantizar la misma calidad en todos los puntos del edificio.
• Sentido del flujo: se debe introducir aire fresco del exterior de manera que se cree un flujo de aire en la dirección correcta, pasando de las áreas “más limpias” a las “más sucias”.
Para aumentar la eficacia de estos tres factores, se pueden adoptar diferentes métodos de ventilación.
Diferentes métodos de ventilación
Una vez identificados los requisitos de ventilación, se debe elegir el método más adecuado en función de las necesidades específicas, las características del edificio y el sistema de ventilación existente, salvo que se trate de un edificio nuevo.
Básicamente, hay tres formas de ventilar edificios:
• Ventilación natural
• Ventilación mecánica
• Ventilación híbrida
La ventilación natural es la más común y siempre se ha adoptado en los edificios. Utiliza fenómenos naturales (es decir, viento, diferencias de temperatura entre dos lados del edificio, etc.) para forzar el aire a través de las aberturas en la envolvente del edificio, como ventanas, puertas, escaleras, etc.
La ventilación mecánica es un tipo de ventilación controlada mediante la cual los ventiladores introducen aire en el edificio. La ventilación mecánica controlada proporciona el cambio de aire necesario, reemplazando el aire interior viciado por aire exterior fresco filtrado, controlando la humedad en las habitaciones y eliminando los malos olores.
Esto se puede hacer utilizando una unidad de ventilación unidireccional (UVU), mediante la cual el aire se mueve en una sola dirección, o una unidad bidireccional, en cuyo caso el aire se entrega y se extrae simultáneamente del edificio, creando una presión positiva, negativa o neutra.
Puede ser descentralizado, es decir, con diferentes unidades instaladas en habitaciones individuales, sin necesidad de canalización, o centralizado, con una sola unidad y canalización para extraer aire de los espacios más contaminados y entregar aire fresco a los más limpios.
La ventilación híbrida, en cambio, se compone de una mezcla de las dos soluciones anteriores, con algo de ventilación natural para asegurar la entrada de aire fresco y activando la ventilación forzada solo cuando la primera es insuficiente.
¿Qué pasa con los purificadores de aire?
Los purificadores de aire funcionan “limpiando” el aire dentro de una habitación. De hecho, a través de diferentes etapas de filtración, estos eliminan contaminantes e irritantes, además de neutralizar los contaminantes biológicos con la ayuda de sistemas activos de desinfección, como luz ultravioleta, ionización, etc.
Por lo tanto, un purificador cubre solo algunas de las estrategias para una correcta calidad del aire interior, a saber, la eliminación de contaminantes, sin afectar a otros parámetros relacionados con el bienestar y el confort, como el CO2.
Pros y contras de los diferentes métodos de ventilación:
Al examinar los diferentes métodos de ventilación, se puede ver que cada uno tiene sus pros y sus contras.
Por ejemplo, la ventilación natural está disponible en todo momento simplemente abriendo las ventanas. Es gratuito, pero al mismo tiempo no es constante, está vinculado a las condiciones climáticas y depende de la distribución del edificio, además de ser gestionado por los ocupantes. La ventilación natural no permite la recuperación de energía térmica y, de hecho, puede causar malestar térmico en las personas.
La ventilación mecánica es constante y asegura unos resultados adecuados. Se puede automatizar y permite recuperar energía del aire de escape. Por otro lado, la ventilación forzada conlleva un mayor coste de inversión, así como costes de mantenimiento para limpieza de conductos, cambio de filtros y obviamente costes de funcionamiento por consumo de energía de los ventiladores.
La ventilación híbrida es una mezcla de ambas y es bastante compleja de poner en práctica de tal forma que se obtengan los resultados adecuados.
Conclusiones
La elección de la mejor solución de ventilación, por lo tanto, no siempre es sencilla. Depende en gran medida del edificio en cuestión, especialmente cuando se trata de edificios existentes y no de nuevos diseños.
Por lo tanto, la situación debe evaluarse en base al principio de comprender, actuar y aprender de los datos para implementar optimizaciones.
En primer lugar, necesitamos conocer la calidad del aire actual en los lugares donde pasamos nuestro tiempo. La instalación de sensores para medir la calidad del aire nos dice el nivel de contaminación interior y cómo varía con el tiempo.
El segundo paso es actuar: como hemos visto, la eficiencia y eficacia de los sistemas de ventilación mecánica se puede incrementar mediante el uso de sistemas automatizados que controlen correctamente el sistema en función de los valores medidos, optimizando y equilibrando aspectos de la calidad del aire con la eficiencia energética y sostenibilidad.
El tercer aspecto es tomar decisiones aprendiendo de los datos: explotar las tecnologías de IoT para monitorizar continuamente el estado operativo de los sistemas e identificar las relaciones en juego entre persona-edificio-sistema puede ayudar a tomar decisiones sobre el funcionamiento del sistema y optimizar el rendimiento a lo largo del tiempo.